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A ese ángel lo siguió otro, que decía: «¡Ya cayó Babilonia!(A) ¡Ya cayó esa gran ciudad! Cayó porque embriagó a todas las naciones con el ardiente vino de su inmoralidad sexual.»

A los dos ángeles los siguió un tercero, que a grandes voces decía: «El que adore a la bestia y a su imagen, y acepte llevar su marca en la frente o en la mano, 10 también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en la copa de su ira,(B) y será atormentado con fuego y azufre(C) delante de los santos ángeles y del Cordero.

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